VIAJE A ÍTACA.

Si  todo  el tiempo  que he pasado escribiendo  lo hubiese dedicado a estudiar guitarra  ahora  estaría haciendo la  competencia a  Mark Knofler .

Pero  a  uno lo que le gusta de verdad , entre  otras cosas, es escribir, que es soñar  dibujando  palotes .

Escribir  es  contar  cosas. Las cosas  que pasan

Recuerdo ahora un día  en el Poblado que sentí un mordisco en la pantorrilla  , precedido de un  ladrido. Me  giro y veo  a un  tipo   a cuatro patas que simulaba ser un perro. Era  don Remigio Abad, un sacerdote.

Esas  anécdotas   son las  que me gustan escribir.

En la niebla de  mi vida vagan  otros fantasmas como Remigio, soñadores, restos del naufragio, con talento, divertidos  pelín zumbados. 

- ¿Sabes  por qué  me gusta venir a cantar villancicos al colegio?- me decía una madre de  la Franja de Lérida.

- Pues no...

- Porque te pareces  mucho a Omar Sharif...¡es como estar en Siberia  con Zhivago!

La  vida de gente con la  que  participé durante tantos años de mi biografía era un rompeolas de todo tipo de  oficios. Desde distintos ángulos de la vida cada uno  traía noticias de su propio mundo y las volcaba sobre la mesa  en una  tertulia, o en una  convivencia.

La  verdad es que allí la gente iba a toser  y a  llorar, a  veces.

Un día dejé ese  mundo , como quien deja de fumar, porque me negué a envejecer en ese  ambiente  como  un diorama de cara a  la gente  de la que sentía  no podía aportarles  nada.

No obstante esos  años han sido el lugar de este mundo donde más me he reído. Regreso  muchos días  a  esos paisajes , y mientras   regreso, ese ha sido para mí muchas veces el viaje a Ítaca.

A veces pienso que si me gustan tanto los lugares a los que cuesta llegar, es porque también es luego difícil salir de ellos.
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Señor  Driver ,me  llame, porfi. Le  envié un  correo y no contesta, y no tengo su tfno. Lo perdí.

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EN LO SECRETO: EL REO