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lunes, 14 de diciembre de 2015

UN COMODORO.

Conocí hace tres años  al comodoro de un crucero de  lujo.

Se  jubilaba  después de décadas de servicio en la Royal Carebbean.

 Me contaba que llevaba  a bordo más  de 6.000 personas  , sin contar  la  tripulación

- ¡Imagina dar de  desayunar, comer, cenar  a toda esa gente todos  los días!.

Era tal la  cantidad de comida que  se consumía en el yate como la  que se arrojaba  al mar. La  nave  era seguida por decenas de tiburones  que salían flacos de  Brasil y llegaban cebones como ballenas a los  muelles de  Miami.

Una parábola  de la vida. Todos embarcados en una nave,  en un océano infestado   de tiburones, que son despachos de abogados, consejos de administración de bancos, multinacionales , la política corrupta: cualquiera que caiga fuera del barco...¡¡¡jaws!!!

Ricos,pobres, currantes, polizones , marineros...

Y todo el viaje está pensado  para que nadie se aburra. Pero sí, allí  se aburre mucha gente. Porque todos los pasajeros  responden  tomándose en serio el ocio , como esclavos. Aquí  nadie  se escapa. 

Me  contaba el comodoro  que en esos viajes la mayoría de los usuarios eran personas de avanzada edad. Por esa razón , había en las bodegas  del barco una  cámara  frigorífica para  conservar os cadáveres de  personas que se  morían durante el pasaje.

- Recuerdo un viaje inaugural de un crucero por el Caribe que cayeron doce, y  teníamos que bajar  los  fiambres de madrugada y con discreción en ataúdes  de  aluminio. Había  que ser  muy discreto.

- ¿Y siempre  los poníais en las cámaras frigoríficas?

- ¿Qué  quieres decir?

- No sé, polizones, gente que cae al mar...

- Bueno, son cosas que pasan, y los tiburones hacen su trabajo.

 
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EN LO SECRETO: LA PELOTA

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