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sábado, 12 de diciembre de 2015

LA CANTIMPLORA

Entro a desayunar  en un bareto y , asombrado, observo que está decorado de antiguallas: radios antiguas, una máquina de coser Singer, latas grandes de Colacao...

Y como a Proust  y su magdalena encuentro una cantimplora  que abre la puerta de mi corazón, y el  final de  mi infancia.

¡Esos  madrugones  con  mi  padre  para  ir a andar!: el tazón de leche caliente con trozos de galleta  que untaba en la densidad color barro  hasta  que casi caía al suelo en el vuelo  de la taza a la boca. 

Mi padre  ya tenía preparada  la mochila  con el pan, alguna lata de sardinas, naranjas, o pera, la bota de vino. También había embadurnado de  sebo las botas, preparada  la boina, y liado su cigarrillo.

Salíamos  de noche. ¡Qué recuerdos de esos amaneceres  que parecía que Dios iba  encendiendo  el pábilo rosáceo de las cimas  del valle  de  Pineta  !

Todas  las  cantimploras  eran iguales: hechas de metal estaño y cubiertas de fieltro marrón  oscuro, plana  por  un lado, abombada  por el otro, y un tapón  enroscable que se  sujetaba al   recipiente  por una   cadena que  podías  enganchar al cinturón.

¡Qué  ilusión me hacía calzarme las  Chirucas  y echar a andar  detrás de la trazada de mi padre y sentirme un  aventurero!


"Yo sé que existo
porque tú me imaginas"...escribió Ángel  González.

Si alguien entrase en esa cafetería  vería un niño con los pies colgando y la sombra de  mi padre abrazándome.


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EN LO SECRETO: LEYENDAS.

2 comentarios:

  1. La cita poética que traes a colación, como Proust y su magdalena, me ha traído el recuerdo de un viejo conocido... de Alex González (al igual que Ángel González, todo un poete) que recita los versos como a nadie le he escuchado... encarnándolos, haciéndolos vida. Desde aquí, mi pequeño homenaje a este viejo conocido.

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  2. Me uno a ese homenaje, un gran tipo, poeta, rapsoda.

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